las mil versiones dentro de mi
Vivo de la nostalgia. Vivo extrañando versiones mías que no existen y que hace tiempo dejaron de existir.
Siempre he sido una persona muy nostálgica. Extraño versiones mías (algunas más que otras) que hace tiempo han dejado de existir. O, al menos, eso era lo que creía hasta hace poco.
Pero escribiendo y releyendo mi libro, he descubierto pequeños detalles que para otros pasarían desapercibidos, pero para mi no. Porque eran destellos de las diferentes etapas de mi vida. Había partes de mi niñez; del pasado y los sueños que se quedaron en el ayer, en conjunto con el presente; acompaño de nuevos sueños, nuevos recuerdos, nuevos deseos. Llore, llore porque no había una maquina del tiempo que me permitiera volver y abrazar cada una de esas versiones. Me costaba asimilar cómo es que si apenas ayer recordaba estar jugando descalza en la tierra, con el sudor goteándome por la frente mientras corría tras mis primos, y una sonrisa que no me cabía en el rostro, ahora estaba escribiendo un libro y apenas sabía de sus vidas. ¿Cómo es que el tiempo se había deslizado por mis dedos mientras intentaba atraparlo? Ya no volvería a esas versiones, a esos recuerdos, a esas personas. Y, aquella niña que alguna vez jugó con muñecas, ahora era una adulta jugando a ser la muñeca, intentando retomar pedazos de sus antiguas “yo”.
Creí que jamás volvería a juntar los pedazos. Pero, al leerlas, comprendí que esas versiones siempre han estado dentro de mi, sólo que muy bien escondidas, cerradas bajo llave para que nadie las encuentre. Pero las veo en pequeñas cosas, cómo en; los cuentos de hadas, las libretas sin usar, los bolígrafos de gel amontonados en un cajón lleno de polvo, en los vestidos coloridos, los libros de romance, los bolsos de mano e incluso en los peluches que aún abrazo al dormir. También en soñar en grande; en romantizar las pequeñas cosas; en las mil maneras de sobrepensar las cosas cuando alguien parece cortante, o en mi miedo al fracaso. Son las cosas pequeñas, los gestos que pasan desapercibidos, las sonrisas involuntarias, en la manera en la que doblo la muñeca al dormir, son esos pequeña gestos los que me hacen recordar que dentro de mi siguen todas esas versiones que fui y que me han vuelto quien soy.
Crecer no es soltar quienes fuimos, crecer es acumular las pequeñas cosas, es abrazar lo que nos hacen ser quien somos para convertirnos en una nueva versión, una mejor versión. Porque somos pequeños átomos formados de todo aquello que alguna vez amamos. Somos trozos de nosotros mismos en un solo cuerpo.
Pero qué bonito todo lo que acabas de escribir y lo bien que capturas esa nostalgia, siempre digo que cuando más sientes nostalgia es porque más has vivido ese momento, porque has sido realmente feliz y sin saberlo, lo has disfrutado como tenía que ser.
Luego ayer de un mal día, venir a leer esto me ha sacado una sonrisa, porque yo también extraño a mis versiones pasadas, lo cual es raro porque siempre he tratado de cambiarlas, pero ver que cada una de ellas me acompañan porque hay partes diminutas conmigo y lo veo a mi alrededor es tan pero tan acogedor, que te embriaga de una calidez increíble.
Gracias por compartir esto con nosotros ✨
Ha dolido leer este texto porque lo que expresas es tan real... pero gracias por recordarme que esas versiones siguen existiendo en mí. Me has ayudado a abrazar a mi niña interior con tus palabras❤️